La tradición vitivinícola en la comarca del Arlanza se remonta al siglo X, del que se conservan reseñas históricas de la existencia de viñedos en manos de los monasterios. Cabe destacar: En el siglo XII, el monasterio de Santa María de Bujedo de Juarros adquirió viñedos en la Ribera del Arlanza y del Duero para su abastecimiento, completándolos con viñedos en Quintanilla del Agua.
Según fray Valentín: «todas las poblaciones comprendidas entre el Arlanzón y el Arlanza destinaron algunos de sus pagos a viñas… La familia condal gozaba de viñas y los monjes del Arlanza las mimaban en la zona de Lerma, especialmente en el priorato de Santa Inés. Covarrubias alaba sus propios caldos, y la abadesa reclama a cada vecino de su fuero, un pozal de vino»..
Hasta la mitad del siglo XX, el viñedo fue parte importante de todas las explotaciones existentes en la comarca. A partir de los años 50 de nuestro siglo, se produjo un fuerte éxodo rural en la Comarca del Arlanza (al igual que en otras zonas) debido a la gran expansión industrial que demandaba abundante mano de obra. Esta fue absorbida de las zonas agrarias que no podían competir con los suelos ni las condiciones de vida de las Áreas industriales.
Esta falta de mano de obra, unida a la estructura de los viñedos, que en su mayoría estaba formada por parcelas muy pequeñas, marcos de plantación que imposibilitaban la utilización de maquinaria, variedades dispares y poco adaptadas, etc. obligó al abandono paulatino de los mismos, a la vez que hizo que los agricultores fueran pasándose al cultivo del cereal, mucho más protegido en aquella época.
A partir de los años 50 de nuestro siglo, se produjo un fuerte éxodo rural en la Comarca del Arlanza (al igual que en otras zonas) debido a la gran expansión industrial que demandaba abundante mano de obra. Esta fue absorbida de las zonas agrarias que no podían competir con los suelos ni las condiciones de vida de las Áreas industriales. Esta falta de mano de obra, unida a la estructura de los viñedos, que en su mayoría estaba formada por parcelas muy pequeñas, marcos de plantación que imposibilitaban la utilización de maquinaria, variedades dispares y poco adaptadas, etc. obligó al abandono paulatino de los mismos, a la vez que hizo que los agricultores fueran pasándose al cultivo del cereal, mucho más protegido en aquella época.
En 1995 un grupo de entusiastas del vino deciden realizar las acciones necesarias para recuperar la tradición vitivinícola del Arlanza. Sus esfuerzos se ven recompensados con el reconocimiento por parte de la Junta de Castilla y León de la mención “Vino de la Tierra Ribera del Arlanza” A partir de ese momento se comienza a trabajar para recuperar el esplendor del sector vitivinícola de la zona. Para ello se controlan las producciones y elaboraciones a la vez que se dan a conocer los productos elaborados bajo el sello de protección. Fruto del trabajo bien hecho y de un reconocimiento creciente por parte del consumidor en 2.007 se obtiene el reconocimiento de la Denominación de Origen ARLANZA.